lunes, 25 de marzo de 2019

Cristo Resucitado se presenta ante sus discípulos



Por: Rev. Diac. Teodoro L. González Serrano

"Ocho días después, se le apareció Jesús..."  (Jn 20, 19-31)
  1. Al atardecer del primer día de la semana
En el Evangelio de San Juan, las apariciones de Jesús a los apóstoles, son destacadas para
indicarnos su importancia.

La primera aparición, fue en la tarde del mismo día de la resurrección, que era llamado por los judíos, “el primer día de la semana.”

Los discípulos se encontraban con las puertas cerradas por temor a los judíos.

Siendo ellos los discípulos de Jesús Crucificado, esto les tenían con miedo.

  1. El estado glorioso de Cristo Resucitado

Este detalle tiene por propósito demostrar el estado glorioso, en que se halla Cristo resucitado, cuando se presenta ante ellos.

Cristo, con las puertas cerradas, se apareció en medio de ellos.

Por eso Lucas, comenta que quedaron despavoridos, pues creían ver un espíritu o un fantasma.

Jesús poniéndose en medio de ellos, les dijo: “La paz esté con ustedes!”.

Con esto, les desapareció el miedo que tenían.

Aquí, les muestra las manos, que con sus cicatrices les hacían ver que eran las manos días antes perforadas por los clavos, y el costado, abierto por la lanza.
  1. Las llagas
Ambas heridas, se las enseño como señal de su resurrección.
    • A María Magdalena, posiblemente se le apareció sin las llagas, para que por fe lo reconociera
    • A los peregrinos de Emaús, posiblemente se les apareció sin las llagas, porque iba en actitud de un caminante que les va enseñando lo que las escriturar decían de él
    • A los apóstoles, se les aparece con las llagas, por la finalidad apologética que busca demostrar que ha muerto y resucitado
    • Cada forma de aparecerse, depende de su divina voluntad.
  1. "Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes."
Jesús anuncia a los apóstoles que ellos van a ser sus enviados, así como El lo es, del Padre.
    • Ellos son los “apóstoles” (Mt 28, 19; Jn 17, 18)
    • Jesucristo tiene todo poder en cielos y tierra y los envía ahora con una misión concreta
    • Los apóstoles son sus enviados con el poder de perdonar los pecados.
    • En el Antiguo Testamento, sólo Dios perdonaba los pecados
    • Por eso, decían los fariseos escandalizados: "Este blasfema. ¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios?” (Mc 2:7)
  1. "Sopló sobre ellos y añadió; Reciban el Espíritu Santo..."

El Espíritu Santo es el don infinito de Dios.

La donación del Espíritu Santo los Apóstoles, en la tarde de la Resurrección, demuestra que ese don inefable, indescriptible, está estrechamente unido al misterio pascual.

Es el supremo don de Cristo que, habiendo muerto y resucitado por la redención de los
hombres, tiene el derecho y el poder de concedérselo.

La venida del Espíritu, en el día de Pentecostés, se realiza en forma solemne, con manifestaciones exteriores y públicas indicando con ello que el don del Espíritu está destinado a todos los hombres.

El misterio pascual culmina no sólo en la Resurrección y en la Ascensión, sino también en el día de Pentecostés que es su acto conclusivo.

  1. "Los pecados serán perdonados..."

Al decir esto, sopló sobre ellos.

Es símbolo con el que se comunica la vida que Dios concede.

En Génesis 2, 7, Dios sopla sobre Adán, el hombre de barro, y le “inspiró aliento de vida”.

Jesús con su acto de soplar, explica su sentido, de que: “reciban el Espíritu Santo”.

Jesús, les comunica su poder y su virtud para un propósito: “Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.

Aquí el regalo del Espíritu Santo a los apóstoles tiene una misión de “perdón”.

Los apóstoles se encuentran investidos del poder de perdonar los pecados.
    • Este poder exige para su ejercicio un juicio.
    • Si han de perdonar o retener todos los pecados, necesitan saber si pueden perdonar o han de retener.
    • Este es el poder sacramental de la confesión.

  1. La palabra elegido
Las palabras de elegido, ungido y enviado son equivalentes.

Cuando los primeros cristianos se llaman elegidos, están recordándose que han sido enviados a cumplir una misión, que imita la del mismo Cristo: "Como el Padre me ha enviado, así os envío yo".

Para la realización de esta tarea, reciben también la fuerza del Espíritu.

Sólo la fe nos permite, ver y entender, lo que está pasando.

En Jesús, resucitado los apóstoles reconocen, al que estuvo con ellos por los caminos de Israel.

Jesús, es el Cristo de la fe.

Así como en la primera creación del hombre, Dios le infundió la vida, así también Jesús la da la vida a su Iglesia.
  1. Perdón

Cristo, que murió para quitar el pecado del mundo, le deja a los apóstoles, el poder de perdonar.

Antiguamente, en el templo se ofrecían sacrificios de animales, a Dios.

Y los mismos sacerdotes debían ofrecer sacrificios, por sus propios pecados, antes de rogar a Dios por los demás.

Pero ahora, Jesús resucitado, se ofrece a si mismo, por nuestros pecados.

Aunque la humanidad siga pecando, por medio de Jesús, nosotros hemos sido renovados, en la vida santa de Dios.

De ahí que, el perdón de los pecados, sea la riqueza más grande, que Jesús le ha dado a su iglesia.

Esa capacidad de perdonarnos unos a los otros, a imagen de Jesús, es lo que nos permite solucionar los grandes problemas de la humanidad.

Quien no sabe perdonar, no sabe amar.

En el perdón, es donde se muestra el amor más auténtico con el prójimo.

  1. La misión

Los apóstoles y todos los discípulos son portadores de la misión de Jesús.

Ocho días mas tarde, se aparece de nuevo Jesús, a los apóstoles, y con Tomás, que no creyó lo que le dijeron sus compañeros.

Este evangelio de Juan, nos relata estas dos primeras apariciones.

Este pasaje con Tomas, en el domingo posterior a la Pascua, el primero de todos los domingos.


  1. El primer domingo

Por que, la Resurrección de Jesús es un acontecimiento único.

La reunión de los discípulos, una semana después, y la aparición de Jesús, hacen que el misterio de la Resurrección, adquiera un sentido de solemnidad.

Por eso, no basta recordarlo, sino celebrarlo, con toda su realidad y riqueza espiritual.

La primera celebración de la Pascua, tuvo lugar el primer domingo siguiente a la Pascua.

Los discípulos del Señor, tenían la costumbre judía de dedicar un día por semana a Dios, pero esta se celebrada el sábado.

Jesús, con su aparición el primer domingo después de Pascua, cambio a que el día que se celebrara, fuese el día de su Resurrección.
  1. Tomás
En la primera aparición del Señor a los apóstoles, no estaba el apóstol Tomás, de sobrenombre el mellizo.

No solamente no creyó en la resurrección del Señor por el testimonio de los otros diez apóstoles, y no sólo exigió para ello el verle él mismo, sino el comprobarlo.

El apóstol Tomás, no dio crédito ni a las mujeres ni a los varones cuando le anunciaban la resurrección de Cristo el Señor. Y era ciertamente un apóstol que iba a ser enviado a predicar el evangelio.

¿Cómo podía pretender que le creyeran, si él mismo no había creído?

Le dicen: Hemos visto al Señor. Y él respondió: Si no introduzco mis manos en su costado y no toco las señales de los clavos no creeré. Quería asegurar su fe tocándole.

  1. "Trae aquí tu dedo..."

En la segunda aparición de Jesús a los apóstoles, estaban todos juntos incluyendo a Tomas.

Y vino el Señor otra vez, cerradas las puertas. Y después de decirles: "¡La paz esté con ustedes!", se dirigió a Tomás y le dijo: "Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos; y le mandó que cumpliese la experiencia que él exigía diciéndole: "Acerca tu mano, métela en mi costado. En adelante, no seas incrédulo, sino hombre de fe".

Sin embargo, ¿Que le dice a María Magdalena?: "No me toques, pues aún no he subido al Padre" (Jn 20,17).

A la mujer que cree le dice: "No me toques", mientras dice al hombre que no cree le dice: "Tócame".
María ya se había acercado al sepulcro y, dice: "Señor, si tú le has quitado, dime dónde le has puesto y yo lo tomaré".

El Señor la llama por su nombre: María.
    • Ella reconoció que era el Señor, al oír que la llamaba por su nombre
    • Ella respondió: Rabí
    • El Señor le dice: "No me toques, pues aún no he subido al Padre"
Tomás dijo: "No creeré, si no toco".

Y el Señor dijo al mismo Tomás: "Ven, tócame; introduce tus manos en mi costado y no seas incrédulo, sino creyente".

Cristo podía haber curado las heridas de la carne, sin que hubiesen quedado cicatrices; pero quiso que quedasen para eliminar de los corazones de los hombres la herida de la incredulidad.

  1. Herejes

En el transcurso de los siglos, aun hoy en día, han aparecido herejes que niegan que Jesús a resucitado.

Tomás, les contestó: "Si no meto mi mano en su costado, no creeré" (Jn 20,25).
  1. Las cicatrices

¿Qué hubiese pasado si Jesús, hubiese resucitado sin las cicatrices?

Si no hubiese conservado las cicatrices en su cuerpo, no hubiera sanado las heridas de nuestro corazón.

Tomas, no solo quería ver con los ojos; sino que quería creer con los dedos. "Ven; mete aquí tus dedos, y no seas incrédulo, sino creyente" (ib., 27).

Cuando Cristo le dice: "Ahora crees, porque me has visto".
Esta evidencia, de la presencia de Cristo, había de deshacer la duda de Tomás.

  1. "Señor mío y Dios mío."

Tomas exclamo: "¡Señor mío y Dios mío!"
    • Esta exclamación contiene una riqueza teológica hermosa
    • Es un reconocimiento de Cristo, y una afirmación de quién es El
    • Es, además, uno de los pasajes del evangelio de san Juan o, en donde se proclama la divinidad de Cristo

¿Qué tocó, Tomas? Toco, el Cuerpo Divino de Cristo.

La divinidad de Cristo es la Palabra, y la Carne.

El cuerpo, que estaba antes muerto, ahora se mueve y esta vivo.

La Palabra, no cambia ni se toca, no decrece ni aumenta, porque en el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios (Jn 1,1).

Tomás; tocaba la carne, pero invocaba la Palabra, porque la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1,14)".

  1. "Ahora crees, porque me has visto..."

Tomás fue reprochado, no porque el ver para creer sea malo, sino por haber rechazado el
testimonio de los otros apóstoles que vieron.

Para creer se puede hacer
  • directamente, como los apóstoles,
  • indirectamente, como nosotros, que nos apoyamos en la predicación de los apóstoles.

La fe, es un don de Dios.

Por eso, este Evangelio nos enseña una lección de fe y, nos enseña a no esperar signos visibles para creer.

Tomás quiso experimentar por si mismo, el mismo modo, como a veces nos gusta, de experimentar por nosotros mismos, sin que nadie nos cuente.

Por que, a Cristo, cada uno lo debemos experimentar en primera persona, es decir, por nosotros mismo.

Al final solo depende de nosotros mismos, y entregarnos con fe y confianza a Jesús.

El Señor le permite a Tomás, esta experiencia personal, ese reconocimiento a la divinidad de Jesús con esta hermosa oración de alabanza: “Señor mío y Dios mío.”

También, a cada uno de nosotros, Jesús, nos permite, una experiencia personal que en algún momento de nuestra vida tuvimos, y que repetimos las mismas palabras: “Señor mío y Dios mío.”

  1. Felices los que creen sin haber visto

Dice el Señor: ¡Felices los que creen sin haber visto!

La respuesta de Cristo a esta confesión de Tomás contrasta la fe de Tomás y la presencia de Cristo resucitado, para proclamar: "bienaventurados a los que creen sin ver".

Esta bienaventuranza,
  • se refiere a los futuros fieles
  • que aceptan y creen, la fe y las enseñanzas que fueron enseñadas por los apóstoles
  • quienes fueron elegidos por Dios para ser testigos de su resurrección
  • y para transmitirla a los demás por medio de la tradición y el Magisterio de la Iglesia
En Juan 17, 20 Jesús en su oración al Padre dice: "No ruego solamente por ellos, sino también por todos aquellos que por su palabra creerán en mí"


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