viernes, 22 de marzo de 2019

El Hijo Pródigo




Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida.. (Lc 15,1-3.11-32)
  1. El amor de Dios
En el Evangelio San Lucas narra cómo cierto día en que se acercaban a Jesús muchos publicanos y pecadores, los fariseos comenzaron a murmurar porque Él los acogía a todos.

Entonces el Señor les propuso una parábola.
  • Esta parábola del hijo pródigo es una de las más bellas del Evangelio, porque expresa la misericordia de Dios sobre el pecador arrepentido
  • No hay otra parábola que muestre el amor de Dios y la ingratitud del pecador
El Salmo 144, 8-9 dice: "El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad. El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas".

Jesús les dice: "Un hombre tenía dos hijos, y dijo el más joven al padre: Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde".

En la Carta a los Romanos 8, 16-17 nos dice: "El mismo Espíritu le asegura a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos de Dios, somos también herederos. Nuestra herencia será la herencia de Dios, y la compartiremos con Cristo...".
  1. A quienes representan el hijo mayor y el menor:

El padre de la parábola es Dios.

Pero ¿A quiénes representan el hijo mayor y el menor?

El hijo menor, son los publicanos y pecadores, ya que se preocupaban de no incurrir en la impureza.

El hijo menor se marchó a un país lejano.

Se separó de Dios, por eso el pecador que se aleja Dios, se pone lejos de Dios.

El hijo mayor, ¿a quién representa?

A los fariseos que se consideraban los justos, por que éstos protestan, de la conducta misericordiosa de Dios con el pecador.

En los dos hijos están representados, los justos y los pecadores.
  1. Nuestra herencia
Por eso, nuestra herencia cristiana, es un conjunto de bienes y de felicidad eterna, que disfrutaremos en el Cielo.

Si no vivimos y trabajamos en este mundo buscando la felicidad del cielo, estaremos haciendo con nuestra herencia cristiana, lo mismo que hizo el hijo menor de la parábola: "pasados pocos días, el más joven, reuniéndolo todo, partió a una tierra lejana, y allí disipó toda su herencia viviendo disolutamente".

¡Cuántas personas, viven el presente gastando su vida en cosas materiales, que solo lo llevan a la perdición de su alma!

¡No sacan tiempo para Dios!

¡Cuantas personas encuentran, su propia vida personal en esta parábola!

Dios nos dio el libre albedrío, por eso tenemos la libertad de alejarnos de la casa del Padre y malbaratar nuestra herencia de hijos de Dios.

Cuando pecamos se forma una cadena porque:
    • Nos perdemos para Dios, y para nosotros mismo, porque el pecado nos aleja del camino de Dios.
    • Cuando nos alejamos de Dios, perdemos la Gracia Santificante, que él nos da.
    • Cuando perdemos la Gracia Santificante, perdemos el sentido de nuestra vida, que es amar a Dios y al prójimo.
    • Cuando perdemos el sentido de la vida, nos convertimos en esclavos del demonio.
    • Cuando nos convertimos en esclavos del demonio, perdemos nuestra voluntad y nuestra dignidad como humano.
    • Perdemos nuestra voluntad, perdemos la herencia de la Gracia de Dios en el Cielo.
  1. El que vuelve a Dios encuentra el perdón
Esta parábola, nos muestra el modo y la forma en que las personas caen en el pecado.

Y nos hace ver, la vida miserable que alcanza el pecador.

Destaca, que solo en el regreso del pecador a Dios, encontramos la bondad y la misericordia, con la cual Dios recibe a los que se arrepienten de sus pecados.
El que vuelve a Dios en busca del perdón, encontrara su perdón.
  1. El hijo menor
El hijo menor había despreciado a su padre marchándose de su lado y había disipado su herencia; pero cuando hubo pasado algún tiempo y se vio abrumado por los trabajos, viéndose convertido en un criado y alimentándose de lo mismo que comían los cerdos, volvió arrepentido a la casa de su padre.

Al haberse alejado de su padre, se encontró consigo mismo, con su propio yo, se sometió a los sufrimientos de su propia decisión, y entonces se desesperó y sintió la necesidad de regresar a la casa de su Padre.
  1. Las consecuencias de alejarse de Dios
El hijo menor, al salir de casa del Padre, creyendo que iba a ser muy feliz, pronto comenzó a sentir necesidades.

Porque el pecado no produce felicidad, porque el demonio es el Padre de la Mentira, y por eso no puede producir felicidad.

El hijo menor comenzó a sentir la soledad y la pérdida de su dignidad humana, y se tuvo que poner a cuidar cerdos, que era lo más inmundo para un judío.

En Jeremías 2, 12-13 nos dice: "Pasmaos, cielos, de esto y horrorizaos sobremanera, dice Yahvé. Un doble crimen ha cometido mi pueblo: dejarme a mí, fuente de agua viva, para ir a excavarse cisternas agrietadas, incapaces de retener el agua".

Por eso, fuera de Dios es imposible la felicidad.
  1. Sintió hambre

"El hijo, lejos de la casa paterna, siente hambre. Entonces, volviendo en sí, recapacitando, se decidió a iniciar el camino de retorno".

Toda conversión,
  • comienza con un arrepentimiento;
  • luego volverse hacia sí mismo;
  • haciendo un alto en la vida;
  • reflexionando y analizando a dónde nos lleva las malas decisiones.

Este hijo menor, hizo lo que se conoce como un examen de conciencia, desde que salió de la casa del Padre hasta la situación en que ahora se encuentra alimentando cerdos.

El origen del pecado está en el interior del hombre, por eso, la solución esta también en el corazón.

Cuando justificamos el pecado, o ponemos excusas, se hacen imposibles el arrepentimiento y la conversión, porque su origen esta en nosotros mismos.

Solo es a través del examen de conciencia, que se comparamos nuestra vida con lo que quiere Dios.

Cuando no hallamos pecados de qué arrepentirnos, es porque nos cerrarnos ante Dios.

También nuestra soberbia trata de impedir que nos veamos tal como somos.

Igual que los Fariseos a quienes Jesús les dirigía estas palabras, también hemos cerrado nuestros oídos y tapado nuestros ojos, porque no estamos dispuestos a cambiar.
  1. Se levantó y fue a su padre.
El hijo menor continúa añorando su vida anterior en la casa del Padre, y poco a poco le viene a la mente: la familia, el hogar, el rostro del padre, entre otros.

El remordimiento y el arrepentimiento, produce la frase: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros".

También nosotros, en algún momento hemos sido como el hijo menor, por eso tenemos que estar en un continuo regreso a la casa del Padre.

Por eso, nuestro regreso hacia la casa del Padre, lo podemos hacer por medio del Sacramento del la Reconciliación, con el Sacerdote.

Al confesar nuestros pecados:
  • nos revestimos de Cristo;
  • nos hacemos hermanos suyos;
  • nos hacemos miembros de la familia de Dios.
El hijo menor llega hambriento, y sucio por el pecado.
  1. Su Padre lo vio
Dice Jesús; “estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente.
Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos”

El beso es signo de perdón.

La misericordia de Dios es tan grande, que no castiga al pecador, sino que lo espera, y le ofrece el perdón.

Cuando vuelve al Padre:
  • lo recibe brazos abiertos;
  • no le pregunta nada;
  • no le echa en cara su mala conducta anterior;
  • no le recuerda que fue ingrato.
El Padre siente compasión y hace todo esto, antes del arrepentimiento de su hijo.

Mientras el arrepentimiento es un proceso lento, El Padre corre a darnos su misericordia, aun cuando todavía estamos lejos de él.

Por eso la Confesión con el Sacerdote, nos llena de alegría y de esperanza.

Las palabras de Dios, también desbordan alegría, por que ha recuperado a su hijo perdido.

"Pronto, traed la túnica más rica y vestídsela, poned un anillo en su mano y unas sandalias en sus pies, y traed un becerro bien cebado y matadlo, y comamos y alegrémonos, porque este mi hijo, que había muerto, ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado".

Los símbolos
  • la túnica más rica, lo convierte en un huésped de honor
  • el anillo, le devuelve la autoridad, y todos los derechos
  • las sandalias, le da libertad para ir donde quiera
  1. El hijo mayor
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.

Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó qué significaba eso. Él le respondió: "Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo".

Él se enojó y no quiso entrar.

El hermano mayor, que era el pueblo de Israel, tuvo envidia del hijo menor (el pueblo gentil), por el beneficio de la bendición paterna, lo mismo que los judíos cuando Jesucristo comía con los gentiles.

Pero su padre salió para rogarle que entrara, pero él le respondió: "Hace tantos años que te sirvo, sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos". Todavía sigue indignando y no quiere entrar. Pero cuando haya entrado la totalidad de los gentiles, saldrá el Padre para la salvación de todo el pueblo de Israel.
  1. Hijo mío, tú estás siempre conmigo.
"¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!"

Pero el padre le dijo: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo. Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado".

La bondad de Dios, con los pecadores es misericordiosa.

Siempre que nos alejemos de Dios, nos estamos alejando de la felicidad, de la fuente del amor.

Cuántas veces en nuestra vida, Dios Padre, nos ha recibido como el hijo pródigo, ¡con los brazos abiertos!
  1. Tiempo de Cuaresma
Dios nos invita en esta Tiempo de Cuaresma, a la reconciliación, al perdón, a la paz y a su amor.

En el Sacramento de la Reconciliación, Jesús en su misericordia, nos devuelve la gracia y la dignidad de ser hijos de Dios, que perdimos por el pecado.

Así podemos volver a la casa del Padre.

Todo regreso termina siempre en una fiesta de alegría.

En Lc 15, 10 nos dice: "Les declaro, que de la misma manera hay más alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que cambie su corazón y su vida".


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