jueves, 14 de marzo de 2019

La Transfiguración



Por: Diácono Teodoro L. González Serrano

Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto (Lc 9, 28-36)

  1. Los lleva aparte
El Evangelio nos cuenta lo que sucedió en el Monte Tabor.

Tabor significa altura o colina.
  • Está situada en la región de Galilea.
  • Tiene una altura de 553 metros sobre el nivel del mar.
  • Se considera desde la antigüedad como una montaña sagrada.
  • Está íntimamente relacionada con la historia del pueblo judío.
Poco antes Jesús había declarado a sus discípulos, en Cesarea de Filipo, que iba a sufrir y padecer en Jerusalén, a morir a manos de los príncipes de los sacerdotes, de los ancianos y de los escribas.

Los Apóstoles habían quedado sorprendidos y entristecidos por este anuncio.
  1. Subió a la montaña para orar
Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.
    • En otras ocasiones, Él ha subido al monte a orar solo (Mt 14, 23)
    • En esta ocasión ha invitado a tres de sus apóstoles y, los ha escogido como testigos para un gran acontecimiento
Ellos son los mismos apóstoles que luego serán testigo de de su agonía en Getsemaní.

La primera enseñanza de este evangelio es, que Jesús había subido orar al Padre, y él siempre lo esta haciendo.

El invita a tres de sus amigos, porque cuando Jesús nos invita a seguirlo, es porque quiere que seamos sus testigos.
  1. La transfiguración, es una experiencia de fe
"Mientras Jesús oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante".

La transfiguración, es una experiencia de fe de Pedro, Santiago y Juan, los amigos de Jesús.

Para nosotros llegar a conocer los momentos más importantes de Jesús, tenemos que ser sus amigos.

Tenemos que tener una comunicación profunda, llena de oración, como la que estos apóstoles tuvieron para conocer a Jesús transfigurado.

Fue un momento extraordinario que no entendieron, pero que pudieron entender solo a través de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús.

También ellos tuvieron su propio martirio de sufrimiento y muerte.

Todos nosotros también, tenemos que pasar por nuestro propio martirio de sufrimiento y muerte.

Todos tenemos que pasar por la muerte, para llegar a la vida eterna.

Jesús siempre nos ayuda, a descubrir la presencia de Dios Padre en nosotros, para que así podamos transfigurar nuestra vida.
  1. Y dos hombres conversaban con Él: Moisés y Elías
Este resplandor de la gloria divina transportó a los Apóstoles a una inmensa felicidad, que hace exclamar a San Pedro: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para Tí, otra para Moisés y otra para Elías".

Pedro quiere enseñar y disfrutar de aquella felicidad.

También a nosotros, lo que más deseamos es verle y vivir siempre con Él.

Es lo único verdaderamente importante en esta vida.

Aquel momento junto al Señor en el monte, fue de gran ayuda en todos los momentos difíciles de la vida de estos Apóstoles.

También a cada uno de nosotros, todos los momentos de encuentro con Jesús, a lo largo de nuestra vida, son los que nos dan esperanza cuando pasamos por momentos difíciles.

Nuestra existencia en este mundo, es un continuo caminar hacia el Cielo con Jesús.

En nuestras debilidades, Jesús siempre esta a nuestro lado para ayudarnos.

El cielo es un lugar de gozo eterno, porque estamos en la presencia de Jesús, y por lo tanto no hay muerte, ni miedo al pecado y al demonio.

No tendremos temor, porque ya no perderemos lo que Él nos ha dado.

Así, junto a San Pedro, los demás apóstoles, los santos y el pueblo santo de Dios, podremos decir: Señor, ¡Qué bien estamos aquí!

La misma gloria que vieron Pedro, Santiago y Juan en la transfiguración de Jesús, también todos nosotros la veremos eternamente en el cielo.

En 1 Corintios 2, 9 nos dice: "Ni ojo vio, ni oído oyó, ni nadie a pensado lo que Dios ha preparado para los que le aman".

¡No hay imaginación posible para lo que vamos a encontrar en el Cielo!
  1. Experiencia personal
Hace unos cuantos años, fuí a San Sebastián, PR, por la mañana a buscar unos documentos, y aproveché para hacerle una visita a Nuestro Señor Sacramentado en el Sagrario.

Pero al entrar por la puerta del lado izquierdo de la Iglesia, todo estaba en penumbra, y estaba un señor rezando de rodillas en uno de los bancos.
Desde los cristales del frente de la Iglesia, venía un rayo de luz, que iluminaba el lugar donde estaba ese señor.

Yo podía ver como el polvo que estaba en el aire brillaba, y reflejaba la luz.

Era tan hermoso ese momento y tal lleno de paz, en ese momento, dí la vuelta, y salí de la Iglesia, porque sentí que no podía interrumpir ese momento que tenía esa persona con Dios.

Esa experiencia nunca se ha borrado de mi mente, y la disfruté inmensamente.
  1. Grandes templos o Iglesias
¿Cómo te sientes cuando entras a tu Iglesia o Templo?
  • ¿Sientes la presencia de Dios?
  • ¿Es tu Iglesia, grande o pequeña?
Muchas veces hemos visto o visitado grandes templos, que son majestuosos e impresionantes.
  • Nos preocupamos por construir Iglesias o templos para Dios, pero el lugar favorito de Él es nuestro corazón
  • En todas las Iglesia Católicas del mundo entero, hay un lugar donde se guarda la Sagrada Comunión, y se le conoce como el Sagrario
  • Siempre al lado del Sagrario, hay una vela encendida 24/7 para indicar y anunciar la presencia de Jesús Sacramentado
  • Es el lugar donde cada uno de nosotros nos acercamos para estar con Jesús, y tener una conversación con Él
También, cuando vivimos y andamos en el camino de Jesús, Él esta presente en nuestra familia, en el trabajo, y la comunidad.
  1. "Este es mi Hijo, El Elegido, Escúchenlo"
Desde una nube se oyó entonces una voz que decía: "Éste es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo".

Esta es la voluntad de Dios, que escuchemos a su Hijo.

Para ser un servidor de verdad, tenemos que oír siempre a Jesús.

Es una invitación a descubrir su obras y enseñanzas.

Para eso, tenemos que tener una actitud abierta para escuchar su Palabra.

Este llamado de parte de Dios, nos demuestra que Jesús es verdaderamente el Mesías, y también revela que la persona de Jesús, es el Hijo amado del Padre y que posee su misma gloria divina.

Cuando nosotros nos dejamos transfigurar por Jesús, nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra sociedad, y el mundo cambia para bien.

Nosotros nos trasfiguramos cuando aceptamos la palabra de Jesús y la ponemos en práctica.
  1. Una nube los envolvió enseguida.
En el Antiguo Testamento, la nube siempre indicaba la presencia de Dios, y en Éxodo 40, 34-35 nos dice: "La nube envolvió el tabernáculo de la reunión y la gloria de Yahvé llenaba todo el lugar".

En Éxodo 19, 9 "Yahvé dijo a Moisés: Yo vendré a tí en una nube densa, para que vea el pueblo que Yo hablo contigo y tengan siempre fe en tí".

En la transfiguración, esa nube envuelve el Tabor a Cristo y de ella surge la voz de Dios Padre: "Éste es mi Hijo, el Amado, escuchadle a Él".

Con esta frase, Dios Padre nos habla a través de Jesucristo, a todos los hombres de todos los tiempos.

Su voz es un constante presente, por eso se oye en cada época, en cada cultura, en cada sociedad, en cada generación, en cada hombre, mujer y niño.
  1. Al alzar los ojos
Nos dice el evangelio, que "Al alzar sus ojos no vieron a nadie sino solo a Jesús", y no estaban Elías y Moisés. Solo ven al Señor.

Ellos ven al mismo Jesús, que ha han visto predicar, que ha pasado hambre y cansancio, que saca tiempo para estar a solas y orar al Padre.

Ven al mismo Jesús, que ha estado con ellos en diferentes situaciones, sin manifestar su poder y gloria.

Ahora ven al Jesús normal, a quien ellos están acostumbrados a ver.
Es ese mismo Jesús normal, que nosotros debemos buscar en nuestra vida diaria, en el trabajo, en la calle, en nuestros vecinos, en nuestra oración.

Es el Jesús que recibimos en la Misa, cuando recibimos la Sagrada Comunión.

Es el Jesús que nos perdona a través del Sacramento de la Reconciliación, por medio de la Confesión con el Sacerdote.

Jesús está en toda nuestra vida y después de ella.


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