sábado, 9 de marzo de 2019

Las tentaciones de Jesús en el Desierto



"El Espíritu llevó a Jesús al desierto, y allí lo tentó el diablo." (Lc 4, 1-13)

Por: Rev. Diácono Teodoro L. González Serrano
  1. La Cuaresma en el desierto

Jesús, se ha retirado al desierto para orar y prepararse antes de empezar su predicación.

La Cuaresma conmemora los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto, en preparación de sus años de predicación, que terminaran en la Cruz y en la resurrección de la Pascua.

Son cuarenta días de oración y de penitencia.

También nosotros, siguiendo su ejemplo, nos tenemos que preparar con oración, para comenzar cualquier acción apostólica.

Al final, tuvo lugar las tentaciones de Cristo.

Jesús se somete a la tentación, y deja al Maligno que lo tiente.

Es la primera vez que interviene el diablo en la vida de Jesús.

Pone a prueba a Nuestro Señor.

  1. Las enseñanzas de las pruebas
Jesús se lo permitió para darnos ejemplo de humildad y para enseñarnos a vencer las tentaciones que vamos a sufrir a lo largo de nuestra vida.

Todo lo que hacía Jesús, era para nuestra enseñanza.

Jesús quiere enseñarnos con su ejemplo, que nadie esta exento de recibir cualquier tentación.

Todos nosotros también, tenemos las mismas tentaciones que Jesús, pero de un modo de diferente de acuerdo a nuestra fe y la posición que tengamos en nuestra sociedad.

El demonio no va a ofrecernos todos los reinos del mundo, sino que lo hará en una escala menor, en nuestro trabajo, en la comunidad o en la Iglesia.

El nos va a ofrecer, lo que nosotros podremos comprar.

Como dice el refrán: ¡Cada cual tiene su precio!

Sus ofertas vienen escondidas en toda clase de formas.

Por eso es que tantas personas en buenas posiciones sociales y económicas, se dejan llevar por el deseo de tener más y más y se pierden.

Jesús nos enseña con su tentación, cómo podemos vencerlas y además nos enseña que tenemos que sacar provecho de las pruebas, para purificar nuestra alma y hacernos santos.

Al vencer las tentaciones, nos ayuda a desprendernos de las cosas materiales, y buscar las cosas espirituales, y ser feliz en el Reino de los Cielos.

Jesús no nos promete una vida cómoda, sino que aprendamos de las pruebas a aumentar nuestra fe.
  1. Primera tentación
Jesús, todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.

Es en ese momento en el cual el demonio le ofrece la primera tentación, el alimento.

Entonces el diablo le dijo: “Si eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No sólo de pan vive el hombre”. (Hace referencia a Deuteronomio 8, 3)

Jesús, es perfecto Dios y perfecto hombre.

Por eso tiene hambre y sed, se cansa después de caminar, o llora cuando se muere un amigo, come con los amigos.

El nos entiende porque ha experimentado los mismos cansancios, alegrías, sufrimientos, dolores, sentimientos y afectos que nos encontramos a lo largo de nuestra vida.

Jesús, también experimenta las tentaciones del demonio.

Con esto nos enseña que las tentaciones son parte de nuestra vida diaria.

Jesús permite que las tentaciones sucedan, como una prueba a nuestra voluntad.

Las tentaciones pueden servirnos para nuestro crecimiento espiritual, por eso lo permite.

Cuando nos dejamos llevar por el Espíritu Santo, el nos da la capacidad de discernir entre una prueba de fe, y una tentación que nos lleva al pecado y a la muerte.

Por eso, también nosotros debemos distinguir entre "ser tentado" y "consentir" en la tentación.
    • Ser tentado es una prueba de fe
    • Consentir es aceptar la tentación y dejarse caer en ella
Lo importante para nosotros, es luchar constantemente contra la tentación.

Jesús, ¡no me dejes caer en la tentación!

También, Jesucristo fue tentado, pero no cayó.

  1. El Demonio aprovecha las oportunidades
El demonio nos tienta siempre aprovechando nuestras necesidades y debilidades.

Jesús, se encuentra débil, y siente hambre como cualquier hombre.

Es el momento que aprovecha y se acerca con la sugerencia de que convierta las piedras en el pan.

Y Jesús no solo rechaza el alimento, sino que aleja de sí una insinuación de usar su poder divino para su necesidad.

Jesús que se ha humillado, en su condición humana, no usa su poder de Dios para huir de las dificultades o del esfuerzo.

En todos los Evangelios: Jesús nunca hace milagros en su propio beneficio
  • Convierte el agua en vino, para los esposos de Caná
  • multiplica los panes y los peces, para dar de comer a una multitud hambrienta
Durante sus primeros 30 años, se gana el pan con su propio trabajo como carpintero.

Jesús nos quiere enseñar que nuestras necesidades las consigamos con nuestro propio trabajo, y que así, Dios bendecirá nuestro esfuerzo y dedicación.

Nos enseña a ser honrados, a ser sinceros, a ser humildes, y amar el trabajo.

Jesús dijo en una ocasión; "Mi Padre aun trabaja".

Nos enseña también a estar atentos, en nuestros momentos de debilidad, de cansancio, o cuando estamos pasando una dificultad, porque el demonio aprovecha ese momento para tentarnos.
  1. Segunda tentación
En la segunda tentación, el demonio ofrece a Jesús toda la gloria y el poder terreno que un hombre puede ambicionar.

Le mostró todos los reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
  • "Te daré poder sobre estos países y te entregaré sus riquezas, porque me han sido entregadas y las doy a quien quiero. Todo será tuyo si te arrodillas delante de mí"
  • Pero Jesús le replicó; "Así dice la escritura, Adoraras al Señor tu Dios, y a Él solo servirás" (Hace referencia a Deuteronomio 6, 13)
El demonio siempre promete más de lo que puede dar, porque todos los reinos, gobiernos, países, tierras son propiedad de Dios y no de los hombres.

Por eso Jesús dice, "Se me ha dado todo poder en el cielo y la tierra".

Toda tentación es siempre un engaño, una mentira, porque el Demonio es el padre de la mentira.

Por eso, el demonio usa nuestras propias ambiciones.

Pensemos en cuántas cosas deseamos en este mundo; dinero, poder, reconocimiento, prestigio, posición social, o bienes materiales, entre otras.

Todas estas cosas materiales se convierten en falsos dioses y nos esclavizan.

Jesús no condena el que tengamos bienes, producto de nuestro trabajo, sino que no quiere que estos nos separen de Dios.

Cada uno tenemos una lucha constante, porque dentro de nosotros, esta la tendencia a buscar la gloria de este mundo.

Hoy también Jesús nos dice: "Adorarás al Señor Dios tuyo; y a Él solo servirás".
  1. Tercera tentación
En la tercera tentación, el diablo lo llevó a la Ciudad Santa y lo puso sobre el pináculo del Templo.

Y le dijo: Si eres Hijo de Dios, arrójate abajo. porque dice la escritura: Dios ordenara a sus ángeles de que te protejan. Ellos te llevaran es sus manos para que no tropiecen tus pies contra alguna piedra".
Y le respondió Jesús: Escrito está también: "No tentarás al Señor tu Dios". (Hace referencia A Deuteronomio 6, 16)

Esta es una tentación capciosa
  • si se niegas, demuestra que no confía en Dios
  • si acepta, obliga a Dios a enviar, a sus ángeles para que le salven
En Mt 27, 42 esta misma tentación, se la harán los judíos cuando esta en la cruz; "...Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en él".

Nosotros también, tenemos que, de estar atentos para rechazar, cualquier tentación que afecten nuestro trabajo apostólico o nuestra vida de cristiano.
  1. Jesús esta a nuestro lado.
El Señor está siempre a nuestro lado, en cada tentación, y nos dice en Jn 16, 33:
"...! sean valientes! Yo he vencido al mundo".

En Mt 26, 41 nos dice que debemos prevenir la tentación con la oración: "Estén despiertos y orando, para que no caigan en tentación: el espíritu es animosa, pero la carne es débil".

Debemos hacer lo que rezamos en el padrenuestro: "no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal, Amen".

Fue el mismo Jesús quien nos enseño a orar esta oración

Por eso, siempre contamos con la gracia de Dios para vencer cualquier tentación.

Nuestras armas para este combate espiritual contra la tentación, son: la oración, la Santa Misa, la Santísima Eucaristía, el Sacramento de la Penitencia con el Sacerdote, y la devoción a la Santísima Virgen.

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