Por: Rev. Diácono Teodoro L. González
La Biblia es un
conjunto de libros antiguos unidos entre sí, en uno solo.
Como palabra de Dios
escrita con palabras humanas, habla de la vida, del corazón humano,
de Dios.
Sus palabras son
palabras de doble filo: consuelan y
exigen.
- alimentan y provocan hambre
- invitan a entrar en el propio corazón y empujan a entregarlo a los hermanos
Hacen que tu vida se
expanda, como la cruz, hacia lo alto y hacia el horizonte.
Si quieres dejarte
tocar por esta extraña sabiduría, te ofrezco un itinerario
utilizado desde muy antiguo: la lectio divina.
Cuando quieras sumergirte
en la lectura orante,
- Busca un lugar donde puedas estar con tu Padre Dios.
- Confía en que Él te atrae a sí para hablar a tu corazón y colmarte de bendiciones.
- No digas: No tengo tiempo, porque las horas de tu jornada están a tu servicio, y tú no eres esclavo del reloj.
- Invoca al Espíritu Santo, aguárdalo, sabiendo que es Él quien abre tu inteligencia para comprender, quien engendra en tu corazón al mismo Jesús.
- Lee:
- Elige un texto y comienza a leer.
- Intenta comprender qué dice el texto.
- Sin prisas.
- No leas sólo con los ojos, procura imprimir el texto en tu corazón.
- Que tu lectura sea escuchada.
Medita:
- Cuando empieces a comprender, rumia las palabras en tu corazón y aplícalas a tu situación, a tu vida.
- Pregúntate ¿qué me dice el texto?
- No pienses hallar lo que sabes: eso es presunción; no lo que más necesitas: eso es consumismo; ni lo que te gustaría encontrar: puedes caer en la subjetividad.
- Déjate atraer por la Palabra.
- Asómbrate de que la Palabra quede depositada en tu corazón.
- Acoge al mismo Dios que se te entrega.
- Celebra en tu interior su amor más fuerte que la muerte, más poderoso que el pecado.
Ora:
- Habla al Dios que te besa a través de su Palabra.
- Confiado y sin temor, lejos de toda mirada sobre ti mismo.
- Da gracias, intercede por los hermanos, por las situaciones que el texto te haya traído a la memoria.
- Da curso libre a tus capacidades creativas de sensibilidad en la oración.
Contempla:
- Tu silencio y el silencio de Dios se unen en una soledad acompañada, rebosante de vida. Permanece.
- Déjate abrasar como la zarza ardiente que arde sin consumirse.
- Acepta ser engendrado de nuevo para llegar a ser hijo de Dios.
Ama:
- Conserva lo que has visto, oído y saboreado en la lectio divina.
- Que repose en tu corazón y en tu memoria mientras acompañas a hombres, mujeres y niños.
- Ponte en medio de ellos y deja que rebose de tu interior la paz y la bendición que has recibido.
Actúa
- Actúa con ellos para volver a reencarnar en la historia a Jesucristo, la Palabra hecha carne.
Dios te necesita
para construir en el mundo; unos cielos nuevos y una tierra nueva.
Vuelve a leer la
Biblia desde la vida y para la vida.
No te asusten las
dificultades.
- Has de saber que te aguarda un día en el que, viendo a Dios cara a cara.
- Él mismo te revelará que has sido Biblia viviente, Lectio Divina para tus hermanos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario