Por el Rev. Diácono Teodoro L. González
"Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera." (San
Lucas 13, 1-9)
- El rechazo que le produce a Jesús
En este evangelio de
Lucas, se cita dos casos:
- Algunos hombres fueron a ver a Jesús, y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos en el templo mientras estaban ofreciendo sus sacrificios.
Jesús le molesta,
que pensemos que las desgracias que les llegan a las personas, son
como castigo por sus pecados.
Por eso es que Jesús les
responde:
- “¿Piensan que, porque ellos sufrieron esa muerte, eran más pecadores que los demás galileos?
- “Les aseguro que no. Y si ustedes no se arrepienten, todos por igual van a perecer"
- Dos casos conocidos
Este argumento de
Jesús, lo podemos entender a través del Evangelio de San Juan 9,
1-3, que dice:
- “Pasando, vio a un hombre ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron diciendo: Rabí, ¿quién pecó: éste o sus padres, ¿para que naciera ciego?
- Contestó Jesús: Ni pecó éste ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios”.”
En el segundo caso,
Jesús dice de los dieciocho hombres que murieron aplastados por la
torre de Siloé, y les hace la pregunta
- ¿Piensan que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
- "Les aseguro que no. Y si ustedes no se arrepienten, van a perecer todos por igual"
- En el Plan de Dios hay horas señaladas
Los mismos rabinos
enseñaban, que todo padecimiento físico o moral era castigo al
pecado.
Pero la respuesta de
Cristo les dice que no, Sino que la muerte no significa culpa, sino
que es parte del plan de Dios.
Jesús, les hace una
advertencia: en el plan de Dios hay horas señaladas para el castigos
o desgracias colectivas.
Por eso, si no se
arrepienten y hacen penitencia, todos perecerán de la misma manera.
- Actitud de Conversión
Hoy día, esta
palabra penitencia suena fuera del tiempo y de otra época, porque el
mundo se para evitar el sufrimiento.
Por eso Jesús esta
ofreciendo hasta su segunda venida de Cristo, la parusía, que es un
tiempo de misericordia y de conversión por nuestras faltas, que nos
regala Dios para que tengamos un cambio de actitud de nuestra vida de
pecadores.
Es sumamente
importante para nosotros, la penitencia y la conversión de los
pecados, para así poder gozar de la vida eterna en el Cielo.
- La Higuera Estéril
En la segunda parte
del evangelio, Jesús nos hace un anuncio a través de la parábola
de la higuera estéril.
"Un hombre
tenía plantada una higuera en su viña, y vino a buscar fruto en
ella y no encontró. La higuera, año tras año, no daba higos".
La higuera simboliza
a Israel, que no supo corresponder a los deseos de Yahvé, dueño de
la viña, manifestó una y otra vez sobre él, y representa también
a todo aquel que no da fruto para Dios.
En Jeremías 8, 13
dice: "Yo acabaré con ellos, dice Yahvé, porque la parra no
tiene racimos, ni la higuera, higos, y aún las hojas están secas.
Por eso los entregaré en manos del que pase"
De igual forma,
Dios, trató al Pueblo de Israel,
- cultivándolo con avisos y los profetas;
- Luego vino Juan el Bautista
- por último, envió a su Hijo Jesucristo, con su obra, enseñanzas y milagros.
Pero Israel, a
través de los dirigentes, no le reconocieron como El Mesías, y lo
mataron.
Como consecuencia de
esto, los Israelitas perecieron en la destrucción de Jerusalén, en
el año 70.
Dice la parábola:
"Dijo entonces al viñador; Ya ves, desde hace tres años estoy
viniendo a buscar higos en esta higuera y nunca encuentro nada. Lo
mejor es que la cortes.
- ¿Para qué dejar que ocupe terreno inútilmente?"
- Son los tres años que Jesús estuvo predicando en su vida pública.
Dios en su
Divina Misericordia nos concede un tiempo de conversión y de
arrepentimiento, según lo vemos en la parábola.
Cuando el viñador
le contestó: "Señor, déjala todavía otro año; mientras
tanto yo remuevo la tierra y le echo abono. Tal vez entonces dé
cosecha. Si no da, entonces si la cortas"
- Dios espera algo de nuestra parte
Si Dios nos da la
gracia, él tiene su derecho a exigirnos que demos frutos de santidad
y buenas obras.
Por eso, el Señor
espera de nuestra parte que hagamos obras de santidad, y que siempre
en cualquier tiempo y lugar, demos frutos en abundancia.
El Señor nos ha
colocado, en la familia, en el trabajo, en la comunidad, en la
Iglesia, donde podemos dar frutos según nuestras propias
condiciones, habilidades y dones recibidos.
- La Santísima Trinidad
Dios Padre nos ha dado:
. un Ángel de
la Guarda, para que nos cuide hasta el final de nuestra vida.
Jesús nos ha dado:
- la gracia del Bautismo
- Él mismo se dio como alimento en la Sagrada Comunión
El Espíritu Santo:
- nos ha dado muchas gracias y dones que hemos recibido durante toda nuestra vida
- No damos fruto
Sin embargo, muchas
veces no damos frutos en nuestra vida.
Este se compara con
la parábola del Profeta Isaías: Voy a cantar a mi amado el canto de
la viña de mis amores: Tenía mi amado una viña en un fértil
recuesto. La cavó, la descantó y la plantó de vides selectas.
Edificó en medio de ella una torre e hizo en ella un lagar,
esperando que le daría uvas, pero le dio agrazones, frutos agrios.
¿Por qué no damos
frutos?
- Las causas, son la soberbia y la dureza de nuestro corazón.
En II Pedro 3, 9,
nos dice: "El Señor no demora en cumplir lo que prometió, como
algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no
quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión".
Dios no se desanima
como nosotros y espera, porque conoce nuestras capacidades y
debilidades.
El Señor no da
nunca a nadie por perdido, y deja las 99 para buscar a la oveja
perdida.
Y todo el Evangelio
es un testimonio de su voluntad, tales como:
- las parábolas del hijo pródigo
- de la oveja perdida
- el encuentro con la samaritana
- el encuentro con Zaqueo
- entre otras
- Espera un año más
El viñador dijo:
"Señor, déjala todavía otro año, mientras tanto yo remuevo
la tierra y le echo abono"
También Moisés
intercedió ante Dios por nosotros.
Es Jesús, quien
intercede ante Dios Padre, por nosotros.
¡Padre, perdónalos
porque no saben lo que hacen!
¡Cuántas veces,
Jesús habrá repetido esta misma frase de la higuera!
- ¡Padre, déjalo todavía un año más!
Jesús es nuestro mediador
ante el Padre.
Dios espera de nosotros
que le correspondamos con amor, a tantas gracias que nos da
diariamente en nuestra vida. Por eso, cada noche
antes de acostarnos, tenemos que hacer nuestro examen de conciencia,
para darnos cuenta y pedir perdón por tantas faltas que cometemos
que le ofenden.
Tenemos que descubrir si
de verdad estamos dando fruto. En nuestro examen de
conciencia tenemos que preguntarnos, si hoy Dios nos llamara a su
presencia,
- ¿Tendremos, las manos llenas de frutos para presentarlas a nuestro Padre Dios?
Hemos llegado al año
2019, porque Dios Padre, por petición de su Hijo Jesús, nos a
concedido un año más de vida para servirle.
Nadie conoce si la
Paciencia del Padre, nos permitirá llegar al 2020 y tantos más; por eso tenemos
que aprovechar esta oportunidad, y ponernos a dar fruto en
abundancia, antes de que nos llame a su presencia y lleguemos con las
manos vacías.
En el evangelio de: Juan
15, 8, Jesús nos dice; "Mi Padre encuentra su gloria en esto:
que ustedes produzcan mucho fruto, llegando a ser con esto mis
auténticos discípulos"
Tenemos que
preguntarnos: ¿Son mis obras, el fruto de las gracias que recibo?
- La pregunta de los Galileos
Jesús les dijo:
¿Piensan que porque ellos sufrieron esa muerte eran más pecadores
que los demás galileos?
Jesús contesta que
no, y añade: "Les aseguro que no. Y si ustedes no se
arrepienten, todos por igual van a perecer".
Jesús nos enseña, que
nuestra actitud es la que determina la muerte de nuestro cuerpo, en
el Juicio Final.
Por eso tenemos que
aprovechar este Tiempo de Cuaresma, para reconciliarnos con Dios en
esta oportunidad que nos ofrece el Padre.
No sabemos, si
tendremos otra oportunidad.
Por eso esta
parábola de la higuera, nos advierte que existe un límite a la
paciencia de Dios Padre.
Si la paciencia de Dios,
fuera como la nuestra, ¡Hace tiempo se hubiera acabado el mundo!
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