jueves, 14 de marzo de 2019

La Higuera Estéril



Por el Rev. Diácono Teodoro L. González

"Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera." (San Lucas 13, 1-9) 

  1. El rechazo que le produce a Jesús
En este evangelio de Lucas, se cita dos casos:
  • Algunos hombres fueron a ver a Jesús, y le contaron que Pilato había mandado matar a unos galileos en el templo mientras estaban ofreciendo sus sacrificios.
Jesús le molesta, que pensemos que las desgracias que les llegan a las personas, son como castigo por sus pecados.

Por eso es que Jesús les responde:
  • ¿Piensan que, porque ellos sufrieron esa muerte, eran más pecadores que los demás galileos?
  • Les aseguro que no. Y si ustedes no se arrepienten, todos por igual van a perecer"
  1. Dos casos conocidos
Este argumento de Jesús, lo podemos entender a través del Evangelio de San Juan 9, 1-3, que dice:
  • Pasando, vio a un hombre ciego de nacimiento, y sus discípulos le preguntaron diciendo: Rabí, ¿quién pecó: éste o sus padres, ¿para que naciera ciego?
  • Contestó Jesús: Ni pecó éste ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios”.”
En el segundo caso, Jesús dice de los dieciocho hombres que murieron aplastados por la torre de Siloé, y les hace la pregunta
  • ¿Piensan que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
  • "Les aseguro que no. Y si ustedes no se arrepienten, van a perecer todos por igual"
  1. En el Plan de Dios hay horas señaladas
Los mismos rabinos enseñaban, que todo padecimiento físico o moral era castigo al pecado.

Pero la respuesta de Cristo les dice que no, Sino que la muerte no significa culpa, sino que es parte del plan de Dios.

Jesús, les hace una advertencia: en el plan de Dios hay horas señaladas para el castigos o desgracias colectivas.

Por eso, si no se arrepienten y hacen penitencia, todos perecerán de la misma manera.
  1. Actitud de Conversión
Hoy día, esta palabra penitencia suena fuera del tiempo y de otra época, porque el mundo se para evitar el sufrimiento.

Por eso Jesús esta ofreciendo hasta su segunda venida de Cristo, la parusía, que es un tiempo de misericordia y de conversión por nuestras faltas, que nos regala Dios para que tengamos un cambio de actitud de nuestra vida de pecadores.

Es sumamente importante para nosotros, la penitencia y la conversión de los pecados, para así poder gozar de la vida eterna en el Cielo.
  1. La Higuera Estéril
En la segunda parte del evangelio, Jesús nos hace un anuncio a través de la parábola de la higuera estéril.

"Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y vino a buscar fruto en ella y no encontró. La higuera, año tras año, no daba higos".

La higuera simboliza a Israel, que no supo corresponder a los deseos de Yahvé, dueño de la viña, manifestó una y otra vez sobre él, y representa también a todo aquel que no da fruto para Dios.

En Jeremías 8, 13 dice: "Yo acabaré con ellos, dice Yahvé, porque la parra no tiene racimos, ni la higuera, higos, y aún las hojas están secas. Por eso los entregaré en manos del que pase"

De igual forma, Dios, trató al Pueblo de Israel,
  • cultivándolo con avisos y los profetas;
  • Luego vino Juan el Bautista
  • por último, envió a su Hijo Jesucristo, con su obra, enseñanzas y milagros.
Pero Israel, a través de los dirigentes, no le reconocieron como El Mesías, y lo mataron.

Como consecuencia de esto, los Israelitas perecieron en la destrucción de Jerusalén, en el año 70.

Dice la parábola: "Dijo entonces al viñador; Ya ves, desde hace tres años estoy viniendo a buscar higos en esta higuera y nunca encuentro nada. Lo mejor es que la cortes.
  • ¿Para qué dejar que ocupe terreno inútilmente?"
  • Son los tres años que Jesús estuvo predicando en su vida pública.
Dios en su Divina Misericordia nos concede un tiempo de conversión y de arrepentimiento, según lo vemos en la parábola.

Cuando el viñador le contestó: "Señor, déjala todavía otro año; mientras tanto yo remuevo la tierra y le echo abono. Tal vez entonces dé cosecha. Si no da, entonces si la cortas"
  1. Dios espera algo de nuestra parte
Si Dios nos da la gracia, él tiene su derecho a exigirnos que demos frutos de santidad y buenas obras.

Por eso, el Señor espera de nuestra parte que hagamos obras de santidad, y que siempre en cualquier tiempo y lugar, demos frutos en abundancia.

El Señor nos ha colocado, en la familia, en el trabajo, en la comunidad, en la Iglesia, donde podemos dar frutos según nuestras propias condiciones, habilidades y dones recibidos.
  1. La Santísima Trinidad
Dios Padre nos ha dado: 
                . un Ángel de la Guarda, para que nos cuide hasta el final de                         nuestra vida.

Jesús nos ha dado:
    • la gracia del Bautismo
    • Él mismo se dio como alimento en la Sagrada Comunión
El Espíritu Santo:
    • nos ha dado muchas gracias y dones que hemos recibido durante toda nuestra vida
  1. No damos fruto
Sin embargo, muchas veces no damos frutos en nuestra vida.

Este se compara con la parábola del Profeta Isaías: Voy a cantar a mi amado el canto de la viña de mis amores: Tenía mi amado una viña en un fértil recuesto. La cavó, la descantó y la plantó de vides selectas. Edificó en medio de ella una torre e hizo en ella un lagar, esperando que le daría uvas, pero le dio agrazones, frutos agrios.

¿Por qué no damos frutos?
    • Las causas, son la soberbia y la dureza de nuestro corazón.
En II Pedro 3, 9, nos dice: "El Señor no demora en cumplir lo que prometió, como algunos se imaginan, sino que tiene paciencia con ustedes porque no quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión".

Dios no se desanima como nosotros y espera, porque conoce nuestras capacidades y debilidades.

El Señor no da nunca a nadie por perdido, y deja las 99 para buscar a la oveja perdida.

Y todo el Evangelio es un testimonio de su voluntad, tales como:
    • las parábolas del hijo pródigo
    • de la oveja perdida
    • el encuentro con la samaritana
    • el encuentro con Zaqueo
    • entre otras
  1. Espera un año más
El viñador dijo: "Señor, déjala todavía otro año, mientras tanto yo remuevo la tierra y le echo abono"

También Moisés intercedió ante Dios por nosotros.

Es Jesús, quien intercede ante Dios Padre, por nosotros.

¡Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen!

¡Cuántas veces, Jesús habrá repetido esta misma frase de la higuera!
  • ¡Padre, déjalo todavía un año más!
Jesús es nuestro mediador ante el Padre.

Dios espera de nosotros que le correspondamos con amor, a tantas gracias que nos da diariamente en nuestra vida. Por eso, cada noche antes de acostarnos, tenemos que hacer nuestro examen de conciencia, para darnos cuenta y pedir perdón por tantas faltas que cometemos que le ofenden.

Tenemos que descubrir si de verdad estamos dando fruto. En nuestro examen de conciencia tenemos que preguntarnos, si hoy Dios nos llamara a su presencia,
  • ¿Tendremos, las manos llenas de frutos para presentarlas a nuestro Padre Dios?
Hemos llegado al año 2019, porque Dios Padre, por petición de su Hijo Jesús, nos a concedido un año más de vida para servirle.

Nadie conoce si la Paciencia del Padre, nos permitirá llegar al 2020 y tantos más; por eso tenemos que aprovechar esta oportunidad, y ponernos a dar fruto en abundancia, antes de que nos llame a su presencia y lleguemos con las manos vacías.

En el evangelio de: Juan 15, 8, Jesús nos dice; "Mi Padre encuentra su gloria en esto: que ustedes produzcan mucho fruto, llegando a ser con esto mis auténticos discípulos"

Tenemos que preguntarnos: ¿Son mis obras, el fruto de las gracias que recibo?
  1. La pregunta de los Galileos
Jesús les dijo: ¿Piensan que porque ellos sufrieron esa muerte eran más pecadores que los demás galileos?

Jesús contesta que no, y añade: "Les aseguro que no. Y si ustedes no se arrepienten, todos por igual van a perecer".

Jesús nos enseña, que nuestra actitud es la que determina la muerte de nuestro cuerpo, en el Juicio Final.

Por eso tenemos que aprovechar este Tiempo de Cuaresma, para reconciliarnos con Dios en esta oportunidad que nos ofrece el Padre.

No sabemos, si tendremos otra oportunidad.

Por eso esta parábola de la higuera, nos advierte que existe un límite a la paciencia de Dios Padre.

Si la paciencia de Dios, fuera como la nuestra, ¡Hace tiempo se hubiera acabado el mundo!


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